sábado, 29 de marzo de 2014

La calle



En cualquier parte del mundo la calle es sinónimo de crecimiento, aprendizaje, lucha, trabajo y progreso. En Venezuela es lo contrario. Quienes salimos a la calle lo hacemos poniendo en riesgo nuestra vidas ante un hampa no solo armada sino también organizada y protegida en algunos casos por los mismos órganos de seguridad. Hoy la calle habla de diversas maneras. La calle tiene rostro de joven que estudia y que busca y quiere cambio de modelo político que lo lleve al progreso económico. La calle tiene rostro de padre de familia que lucha por un mejor país para sus hijos. La calle tiene rostro de profesional que todos los días madrugada para ir a sus actividades y con su esfuerzo coloca su grano de arena en la construcción de la patria que todos queremos. Para un funcionario policial y militar desenfundar un arma lo piensa varias veces porque no son hechos normales sacar su arma para dispararle a cualquier cristiano que anda a pie en nuestras calles. Para los malandros que andan en las calles es normal sacar sus armas para echarle plomo a cualquier ciudadano. Hoy, esos malandros que andan en la calle pertenecen a organizaciones políticas que los protegen, promueven y condecoran. Las armas del país ya no la tienen los órganos de seguridad solamente sino ahora también los malandros que incluso ahora son políticos que en actividades de partido se ponen la camisa y cuando salen de la actividad se las quitan para encapucharse para luego salir echando plomo. La calle según la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela no le pertenece a los malandros sino a todos los ciudadanos. Todos hemos visto en cadena nacional de radio y televisión como se nos dice que la calle le pertenece a un solo sector político. Ese sector político, encapuchados y bien armados son los que han quitado vidas a los ciudadanos y destruidos incluso sede de universidades y ministerios públicos del país. Así como en 1998 nadie en el mundo podía entender como en un país petrolero como Venezuela hubiera pobreza, y esa era la explicación que muchos se daban para que los venezolanos hubieran electo como presidente a un “vengador”, hoy en 2014 nadie puede entender tampoco como Venezuela -tras haber recibido su gobierno durante los últimos 12 años casi un millón de dolares sólo por concepto de venta de petróleo- sea sin embargo hoy un país con tarjeta de racionamiento, con colas interminables para adquirir los más elementales bienes de consumo, un país con hospitales destartalados y escuelas destruidas, un país con hampa desbordada, con escasez de casi todo y sólo con “abundancia” de represión y muerte. En la calle tenemos que vencer la violencia pero no con piedras o balas. La violencia se vence con propuestas de país y la propuesta de país la tenemos en la Constitución. En esa propuesta viene cambio y ese cambio ya nos lo anuncia Monseñor Ovideo Pérez Morales obispo emérito de Los Teques. Ese cambio no tiene regreso y según Mons Ovidio Pérez debemos prepararnos para la transición de la dictadura para la democracia. Pero ese cambio no está a la vuelta de la esquina y como no lo está debemos llenarnos de fuerza espiritual, organización ciudadana no violenta pero activa en la calle para que pueblo de la paz logremos vencer la violencia malandra de quienes nos gobiernan.
Animo Venezuela!

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