La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y
es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca
para la conversión del corazón. Las palabras que se usan para la imposición de
cenizas son:
“Concédenos,
Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la
vida”
“Recuerda
que polvo eres y en polvo te convertirás"
“Arrepiéntete
y cree en el Evangelio”.
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión,
que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo
para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser
mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de
Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo
que es el día de la eucaristía y del sacerdocio ministerial. A lo largo de este
tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por
recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como
hijos de Dios. Durante a cuaresma el color litúrgico es el morado que nos
invita a la pedirle perdón a Dios por nuestro pecados y hacer sacrificio por
nuestras faltas y la conversión del mundo entero.
La Cuaresma es el tiempo del perdón y de la
reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de
nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a
nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma aprendemos a conocer y
apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con
alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
La duración de la Cuaresma está basada en el
símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta
días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el
desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los
cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública,
de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
Durante la cuaresma se nos invita a las practicas
propias del tiempo como lo son:: ayuno, oración, penitencia y limosna.
Los días de ayuno son miércoles de ceniza y el
viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir
de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer
una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un
modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos
cambiar de vida para agradarlo siempre.
La oración en este tiempo es importante, ya que
nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos
cambiar de nuestro interior. Para que nuestra Oración
tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:
La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para
que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo
que importa es nuestra actitud interior.
La disipación: Esto quiere decir que hay que
evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y
el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se
trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios.
La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y
nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La
sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a
Dios no se le puede engañar.
Al hacer sacrificios (cuyo significado es
"hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es
por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y
perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro
sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis
no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que
los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú
cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que
ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto,
te recompensará." (Mt 6,6).
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