viernes, 24 de enero de 2014

Verdadero dialogo



EL miércoles 15 de enero el señor Nicolás Maduro Moros -Presidente de la República proclamado por el Consejo Nacional Electoral- admitió en su discurso de “Memoria y Cuenta” el fracaso del Ejecutivo “en el desarrollo de una política de seguridad” y ofreció convocar sobre el tema un “diálogo nacional”. Tal cosas son noticia porque, recordemos, “noticia es todo aquello que está por encima o por debajo del horizonte normal de los acontecimientos”. En consecuencia, que en esa ocasión Maduro haya omitido hechos importantes (como el repunte brutal del dengue y la malaria); que haya rehuido su responsabilidad (al calificar a la inflación acumulada durante 2013 como “inducida” sin reconocer que quien la “indujo” fue él) y que incluso le haya faltado el respeto a la inteligencia del venezolano, al condenar la existencia de una “villana” que en una telenovela mata gente, pero se abstiene de condenar con la misma vehemencia a los verdaderos asesinos que en la vida real acabaron con la existencia de casi 25 mil venezolanos en 2013, eso en realidad no es “noticia” porque, desgraciadamente, es lo habitual en la relación del Poder con el pueblo. Así que concentrémonos en lo novedoso, lo noticioso. Es posible un diálogo nacional sobre seguridad?  Será eso “diálogo” de verdad, no monólogo de burócratas?  Tendrán cabida en ese “diálogo” gente que tiene mucho que decir y que aportar, o será un espacio reservado únicamente para quienes rellenan sillas en los actos oficiales y asienten con la cabeza “como perrito de taxista” ante cualquier ocurrencia de una burocracia que lo único que sabe es inventar nuevos “planes” para enfrentar los males que nunca resuelve? Nosotros, honestamente, creemos que NO. Un diálogo así útil, sincero, en materia de seguridad no es posible en estos momentos. Lo dificulta la prepotencia del Poder y la fragmentada respuesta de los afectados, que va de la desesperación a la resignación sin pasar por la acción. En consecuencia, hay que crear las condiciones para que ese diálogo necesario se produzca y sirva para colocar al Estado en su misión constitucional de cumplir y hacer cumplir la ley, en vez de andar rehuyendo responsabilidades e inventando falsos culpables, como las “telenovelas”, y enfrente a los culpables verdaderos: el binomio drogas-armas, que ha terminado por convertirse en un auténtico anti-poder bajo el ala protectora y alcahueta del Poder!  El “diálogo” entendido así no como estrategia para “ganar tiempo”, no como cortina de humo para desgastar la indignación social, sino como mecanismo de construcción del consenso necesario para la definición, ejecución y evaluación permanente de una estrategia de seguridad que comprometa al Estado y a la Sociedad en un esfuerzo de largo aliento contra el crimen, sólo será resultado de la presión social. Eso implica, para nosotros, el pueblo, pasar de la queja a la acción. Eso significa convertir el dolor privado, el duelo familiar, en energía colectiva de denuncia y cambio. Cada persona agredida por el hampa, cada familia que hoy llora a una víctima, cada comunidad agredida por la delincuencia siempre minoritaria pero armada hasta los dientes, debe comunicar al prójimo su circunstancia, su dolor, su tragedia, y EXIGIR (no “pedir”, no “rogar”, no “suplicar”) sino EXIGIR al gobierno que haga su trabajo, que consiste en valorar la vida y la seguridad de TODOS los venezolanos con el mismo celo, con la misma preocupación y la misma eficiencia con la que protege la seguridad y la vida del Sr. Maduro y sus compañeros de la cúpula burocrática oficial. Cómo se hace esto? Con valor, actuando pacíficamente pero con contundencia, siempre en el marco de la Ley y la Constitución, esta misma Constitución que consagra la manifestación pública como un derecho y no como una “concesión” de los provisionales dueños del poder. Dónde se hace esto? ¡En la calle, sin duda alguna! Y “calle” no son solamente los espacios que algún sector político suela usar para sus concentraciones o marchas. Las calles que hay que movilizar son las del pueblo.  Los sitios donde el hampa abate a ciudadanos inocentes; las escuelas donde estudiaban niños asesinados, como los apuñalados en La Sierra de Margarita; las canchas donde hacían deporte los jóvenes asesinados, como los seis muchachos masacrados en Súcuta, Municipio Tomas Lander, Valles del Tuy. Los alrededores de las sedes de los comandos de los cuerpos policiales o militares donde laboren los servidores públicos abatidos por criminales. Todos esos sitios, todos esos espacios, escenarios de la violencia del hampa contra la gente, deben convertirse ahora en escenarios de la protesta de la gente contra el hampa. Cuándo se hace esto?  Cada vez que haga falta, cada vez que la solidaridad humana lo determine, cada vez que el grito de una madre despojada de su hijo o que el llanto de un niño al que le arrebataron a su padre obligue a los vecinos a dar su pésame ya no con palmadas en el hombro, sino con pancartas en la calle. No hace falta que “líder” alguno convoque. Animo Venezuela.

viernes, 17 de enero de 2014

Tragedia masiva venezolana


La banda que asesinó a Mónica Spear y Thomas Berry, y que dejó en la orfandad a la pequeña Maya, tenía cuatro años operando en la autopista Valencia-Puerto Cabello. Su guarida era un barrio de invasión cercano a esa vialidad. Su jefe tenía más de una década entrando y saliendo de cárceles y tribunales. Por qué nadie los detuvo antes, si todas las autoridades sabían quiénes eran, donde estaban y que hacían? De qué proceso de descomposición es consecuencia esta terrible realidad? En los escasos días que han transcurrido de este 2014 que tan terriblemente empieza ya han ingresado por muerte violenta más de 100  en las morgue del país. Según el Observatorio Venezolano de la Violencia  durante todo el año 2013 el número de víctimas de muerte violenta en nuestro país alcanza la espantosa cifra de 24.763. Es decir, para los venezolanos la horrenda tragedia ocurrida en la autopista Puerto Cabello-Valencia es algo desgraciadamente cotidiano. Con muchísima menos población que Colombia, México o Irak, Venezuela tiene mucho más muertes violentas que esos países envueltos en duros conflictos armados, lo que convierte a nuestra nación en una “potencia” en crimen sin castigo, uno de los cinco países más peligrosos del mundo. No para allí el drama: Según FUNDAPROCURA, 83% de las muertes violentas ocurridas en nuestro país son por arma de fuego. También según esa institución, por cada víctima fatal de arma de fuego sobrevive un promedio de tres heridos, y de ese total de heridos al menos la mitad queda padeciendo una discapacidad severa, lo que impacta a la familia entera. Según todas las encuestas de victimización realizadas en el país, tanto por el sector oficial como por organizaciones no gubernamentales, siete de cada diez víctimas del hampa homicida caen en los barrios. Esas víctimas en su mayoría son varones, jóvenes y pobres. La violencia genera violencia. Nuestro país vive desde hace 30 años una situación de violencia social y económica que en los últimos catorce se ha agravado hasta llegar al infierno que es hoy. En las primeras décadas de la democracia la mejora económica de los pobres y la movilidad social ascendente no eran un sueño individual o una consigna política, sino una realidad vivida por centenares de miles de familias que huyendo de las enfermedades y del desempleo se vinieron del campo a las ciudades. Sabían que trabajando duro podían lograr que al menos uno de sus hijos se graduara en la universidad, y eso significaba para toda la familia la conquista de un modo de vida mejor y sostenible. Tres políticas públicas de la naciente democracia fueron claves entonces para hacer posible ese sueño: la política educativa, que MASIFICÓ CON CALIDAD la matrícula universitaria, la política de SUSTITUCION DE IMPORTACIONES que creó los parques industriales venezolanos, y la política petrolera nacionalista que dotó al país de recursos. Así, usando estudio y trabajo como instrumentos para construir una vida mejor en el marco de un país que apoyaba ese empeño, fue como muchísimas familias pobres dejaron de serlo y crearon lo que ahora es la clase media venezolana. El barrio entonces era un espacio de esperanza, y la violencia criminal una excepción. En los años 70 una inesperada bonanza petrolera (más modesta y breve, todo hay que decirlo, que la disfrutada por la actual cúpula en el poder) intoxica al país. El viernes negro del 83 muestra al país la punta del iceberg de la crisis económica, el Caracazo del 89 revela la cara de la crisis social y las sangrientas intentonas golpistas del 92 exhiben la profundidad de la crisis política. Es ese país desconcertado el que cae en 1998 en manos del proyecto político chavista. Un país en el que los barrios, antes lugar de esperanza, se transforman en un espacio de sobrevivencia cada vez más precaria, y la violencia criminal ya no es una excepción sino un problema severo. Hoy, 15 años después, todos los problemas que tenía la Venezuela de 1998 persisten, agravados por el cinismo. Pero lo bueno que había entonces ya no lo tenemos: redes de servicio público. A los pobres ya no se nos apoya para salir de la miseria. En vez de eso se nos dice que “ser rico es malo” y toda la política social del Estado se orienta no a superar la pobreza sino a hacerla “vivible”. Los parques industriales ahora son cementerios industriales. Ahora hay universidades no del país sino “del gobierno” donde se enseña sumisión y se confieren títulos que sirven de muy poco en la economía real. Los lugares donde antes funcionaban empresas que generaban empleo de calidad ahora son refugios de damnificados o nidos de delincuentes. Los barrios ahora son una olla de presión social, en la que una mayoría honesta es víctima, rehén y “escudo humano” de una minoría delincuencial ínfima, pero armada y –por “apoyada”- impune. De un barrio así, de un país así, de una “revolución” así salieron, esa noche del lunes 6 de enero, los asesinos de Mónica Spear y Thomas Berry. Esta tragedia fue creada aquí, en Venezuela. Y los venezolanos debemos y podemos revertirla. Esa es la realidad que hay que enfrentar y resolver. Claro que se puede. 
Animo Venezuela!

viernes, 10 de enero de 2014

CON-VENCER



El lenguaje no es “inocente. Hablamos como pensamos, pensamos como vivimos, no al revés. Las estructuras verbales son resultado de pre-existentes estructuras mentales. No hay palabras “casuales”, hay ideas causales. No, no se trata esta columna de una disertación sobre “programación neurolingüística”. En realidad estamos hablando de sociología, de política, de comunicación. Es decir: hablamos de personas, de seres humanos, de pueblo. De nosotros, pues. “Patear barrios” es una expresión que probablemente tiene su origen en la jerga militar. Para conocerlo y operar sobre él, la infantería “patea” el terreno, mientras la aviación lo sobrevuela y la marina lo bombardea a distancia. No es “casual” que si el país tiene 14 años, ya algo más de media generación, bajo la hegemonía política de un proyecto fuertemente impregnado por los lamentables antivalores del militarismo, expresiones con ese origen sean usadas incluso por quienes juran ser portadores de un mensaje “alternativo”. Así, es frecuente ver a dirigentes demócratas anunciando que van a designar “comandos” para dirigir una “campaña” electoral, o que van a “desplegar” sus activistas para obtener una victoria por “arrase”. Todas estas expresiones son “comunes” pero, repetimos, no inocentes. Expresan el substrato cultural de un país que, de doscientos años de vida, sólo ha tenido gobiernos civiles en menos de una cuarta parte de ese tiempo. Para que el discurso democrático obtenga victorias es necesario no “vencer” sino convencer a densos sectores que hasta ahora han estado bajo la doble tenaza de la influencia simbólica y de la extorsión clientelar del capitalismo de Estado disfrazado de “socialismo del Siglo XXI”. Si estamos allí, codo a codo, compartiendo rabia y acción, angustia y movilización, indignación y esperanza, entonces si habrá una posibilidad inmensa de que ese hermano nuestro escuche nuestra palabra y entienda que esa lucha específica que está dando (por empleo, por vivienda, por servicios, por seguridad, por vialidad, por salud, por lo que sea), forma parte de una pelea más grande: la que estamos dando millones de venezolanos porque Venezuela vuelva a ser una República gobernada por y para los venezolanos y no una mezcla de potrero con cuartel teledirigido desde un museo de cera en el Caribe. Todo esto ha sido comprendido y expresado por dirigentes muy importantes en el que se cuenta ese millar de líderes locales que hoy son diputados, alcaldes o concejales. Por ello esos dirigentes han planteado la necesidad de relanzar la Unidad y transformarla de la alianza electoral que hoy es en la alianza política que debe ser, capaz de expresar la fuerza social que quiere cambio de verdad en democracia y libertad. Todavía hay en la oposición algunos que no entienden esto o que no quieren entender. Esos, que llaman despectivamente “patear barrios” al esfuerzo sistemático por CON-VENCER. Los mismos que admiran “primaveras” egipcias o ucranianas, pero que no encuentran aún razones o maneras de movilizarse en solidaridad con nuestros hermanos hacinados en los refugios o marcados como reses para poder entrar a un "Mercal" estatal para adquirir víveres a precios subsidiados. También para ellos el método es el diálogo, el debate sin etiquetas y sobre todo la invitación a actuar juntos, a vencer juntos, a CON-VENCER. 2014 será un año sin comicios, pero no un año “sin elecciones”. Este será el año en el que podremos elegir entre seguir siendo resistencia o convertirnos efectivamente en ALTERNATIVA. Para ello es menester hablar con los no convencidos y “vencer con” ellos a nuestros adversarios comunes: a aquellos que, como en Cuba, desean destruir la Patria para luego reinar sobre sus escombros. Esa es la verdadera tarea, la significativa "elección" de este año que empieza. Animo Venezuela!

Punto y seguimos adelante


El 8D contiene muchísimas lecciones y enseñanzas: En medio de una crisis económica espantosa y de una situación de aguda violencia social, exacerbada por el gobierno con lo que hace y también con lo que deja de hacer, el pueblo venezolano reiteró su decisión de usar el arma del hombre libre, el voto, como instrumento y camino para dirimir diferencias y construir convivencia. Queda por ver si los dirigentes políticos de uno y otro sector tienen la calidad necesaria, la estatura indispensable para ver entender esas lecciones, asimilarlas y actuar en consecuencia. Las victorias son como los chistes si tienes que explicarlas es porque no funcionan! Eso es lo que le ocurre al gobierno: Empeñado en presentar los resultados del 8D como una “victoria”, el madurismo (fase terminal del oficialismo) no termina de comprender que su derrota la empezó a construir él mismo mucho antes del 8D cuando le impusieron a la base chavista candidatos que no tenían nada que ver ni con el municipio, ni con la lucha social, ni con la actividad política, cuando desterraron de la campaña electoral el color rojo, conscientes de que restaba en vez de sumar, cuando decidieron que NINGÚN candidato en ningún municipio del país apareciera en un afiche o en una foto de campaña con Maduro, porque se “rayaba. Cuando asumió esa campaña vergonzante, la burocracia del chavismo sin Chávez admitió públicamente que iba hacia una derrota, la cual se vio confirmada por unos resultados claros en su crudeza. El PSUV sale del 8D con menos alcaldías y menos concejales de los que tenía antes, controlando municipios en los que vive una población total mucho menor que la que vive en los municipios controlados por la oposición y enfrentando un panorama nacional en que los votos sumados de todas las opciones distintas al oficialismo suman casi el 52 por ciento del voto popular, mientras que el oficialismo y sus aliados redondean sólo el 48 por ciento del voto emitido. Dicho en otras palabras: El 8D el oficialismo se graduó de minoría. Por eso es que Maduro tiene una semana hablando de una “victoria” que en su bando nadie celebra. La madrugada del lunes 9 de diciembre y los días siguientes nos presentaron en el ámbito de la Unidad Democrática una situación curiosa, poco frecuente: Un pueblo democrático haciendo una lectura correcta, proactiva, resiliente, de los resultados electorales, y algunos “dirigentes” democráticos empeñados en inventar “derrotas” allí donde el país opositor solo ve avances y un punto de partida mucho más alto y sólido para futuras luchas. Eso en realidad no es casual: 2014 es un año sin elecciones, y buena parte de nuestra clase política opositora está diseñada, formada y entrenada únicamente para la dimensión electoral de la política. Cuando no hay elecciones entran en una especie de letargo, de hibernación, pero sólo a los efectos del público, de lo que trasciende hacia la calle. En realidad, durante esos periodos de “meseta” electoral suelen desatarse al interior de las organizaciones políticas las pugnas (muchas veces “a cuchillo”) por el liderazgo. Por eso no tiene nada de extraño que tras el 8D “dirigentes” opositores en vez de orientar al pueblo en la correcta lectura de los resultados, ubicando los logros obtenidos, las carencias aún por resolver y sobre todo perfilando los nuevos retos a enfrentar, hayan sido vistos cuestionando injustamente el desempeño de la Mesa de la Unidad Democrática y el liderazgo de Henrique Capriles, cuando todo el mundo sabe que los avances logrados se obtuvieron precisamente por la Unidad construida y por el liderazgo de un Jefe de Campaña a quien el gobierno le quitó los aviones, le cerró los aeropuertos, le trancó carreteras y autopistas, le decomisó las tarimas y hasta intentó quemar el vehículo que se desplazaba con él adentro. Pero ni así pudieron evitar que su presencia y apoyo sirviera de santo y seña para la victoria democrática expresada hoy en muchas más alcaldías y muchísimos más concejales que los que la oposición tenía antes del 8D. Afortunadamente, el país está lo suficientemente crecido como para entender que es pertinente y que no lo es en esta hora venezolana. Así como en las bases chavistas nadie le “compra” a Maduro que el descalabro del 8D es una “victoria”, en el pueblo opositor hay una claridad inmensamente mayoritaria en que los logros alcanzados deben ser valorados y expandidos, para seguir avanzando en la construcción de una victoria que sólo será completa y sostenible cuando densos sectores que aún se encuentran influenciados por la oferta simbólica y el poder clientelar del oficialismo se sumen al también mayoritario torrente social que entiende que una vida segura, próspera y libre sólo es posible en una Venezuela con trabajo, educación y democracia. Para lograr eso es vital asumir y vencer el reto fundamental que los resultados del 8D plantea a la sociedad democrática venezolana. El reto de la pobreza! En efecto, las alcaldías que ahora tienen mandatarios demócratas concentran casi el 65% de la población venezolana. Las grandes ciudades (Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, Maturín, Porlamar, Mérida, Barinas, San Cristóbal, Valera, entre muchas otras) son también las ciudades de los grandes barrios, el asiento de la pobreza urbana, drama que ahora deben enfrentar los gobiernos municipales de la Alternativa Democrática. Y para competir con el oficialismo allí donde está su menguante base de apoyo social y electoral (en las alcaldías pequeñas, cuya fragilidad económica las hace más dependientes del Petro-Estado, es decir, los espacios que son asiento de la pobreza rural) el discurso y la práctica política de la Alternativa Democrática debe brindar esperanza y camino a nuestros hermanos de la Venezuela profunda, hoy rehenes socio-económicos de un proyecto político totalitario. Así están las cosas: Por un lado, Maduro y su claque tienen como objetivo único sobrevivir en el poder. Por el otro, algunos increíblemente tienen como prioridad disputar candidaturas para el 2019. Ambos usan un lenguaje estridente, supuestamente “radical”, para ocultar la nula pertinencia social y la cortoplacismo político de sus ambiciones. Afortunadamente, el país democrático tiene un liderazgo responsable, consciente de la necesidad de luchar por y con la gente para vencer al totalitarismo y construir una Venezuela mejor que la que existía antes de 1998 y muchísimo mejor que esta que hoy apenas sobrevive al finalizar 2013. Animo Venezuela!