viernes, 12 de diciembre de 2014

Calle con pueblo



El oficialismo no tiene ideas para salir de la crisis. En realidad nunca tuvieron ideas para gobernar a este país, si por "gobernar" entendemos la búsqueda del bien común, y por eso precisamente fue que nuestro país cayó en la crisis atroz en que actualmente se encuentra, con escasez de medicinas, alimentos y paciencia, con abundancia de violencia, corrupción e impunidad, pese a que el régimen dispuso en los últimos 15 años de la más alta cantidad de dinero, popularidad y control institucional que gobierno alguno haya disfrutado en los últimos 200 años.
Tras 15 años de oídos cerrados a la protesta ciudadana, no es de extrañar que el gobierno ignore el ruido profundo del clamor popular y pretenda opacarlo con el estruendo de la fiesta alquilada. Pero lo que sí sería imperdonable es que ese sonido de la indignación popular no sea recogido y amplificado por quienes queremos un cambio urgente de gobierno y de modelo. Los demócratas TENEMOS que ir al encuentro del descontento y transformar esa indignación popular en energía de cambio. Para eso es indispensable que avancemos en reinventar nuestros conceptos de “organización” y “movilización”. Nos organizamos no para “reunirnos”. “Reunirse” no es un fin en sí mismo. El de “reunido” no es un nuevo “estado civil”. Los demócratas nos reunimos para atender una agenda que básicamente debe comprender dos puntos:
1)      Cómo luchamos para mejorar nuestras condiciones de vida y trabajo allí donde estamos, en nuestra circunstancia inmediata, donde vivimos o donde laboramos.
2)      Cómo contribuimos a promover el cambio democrático para toda Venezuela empezando desde allí, desde nuestra circunstancia local.
Atender esa agenda implica movilizarnos, y el escenario en que se verifica esa movilización para lo local y lo nacional, para lo comunitario y lo social, para lo reivindicativo y lo político es, por supuesto, “la calle”. Pero no una calle cualquiera: No la calle de las grandes movilizaciones opositoras, a las que siempre acudimos sólo los ya convencidos; No la calle llena de gas lacrimógeno y escombros, con activistas y represores pero sin pueblo. La calle que nos interesa es la calle con pueblo y sobre todo con pueblo por convencer. Esa calle está activa desde hace mucho tiempo con la protesta social. Muchos opositores que a diario piden “calle, calle” generalmente no advierten que la calle por la que claman esta activada, e incluso está esperando por ellos. Pero la protesta política sola se aísla. Y la protesta social sola se agota. Es indispensable entonces unir reclamo social y perspectiva política. Eso es lo que significa “unir pueblo con pueblo” en esta nueva etapa de la lucha.
Los opositores que claman por “calle” deben asumir que, por el contrario, la calle social, la calle con pueblo protestando está clamando por ellos. Para ganar en las mesas electorales se debe haber antes ganado la calle. La mesa se gana en la calle  activada socialmente. Esa calle con pueblo que ya rompió con el gobierno, pero que aún no se ha incorporado a la esperanza de cambio.

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