viernes, 12 de diciembre de 2014

Cero ayudaita



El proceso de destrucción de la institucionalidad democrática se da en el marco de una crisis económica que ahora, cuando el dólar está por encima de los 160 bolívares por unidad y el precio del petróleo venezolano bordea los sesenta dólares por barril, es cuando muestra toda su dramática profundidad. Pero esta debacle económica se viene incubando desde hace 15 años, cuando se inició la invasión de fincas y haciendas, la expropiación de empresas y fábricas, la “intervención” de comercios y empresas de servicios. Hasta el 2012, los altos precios internacionales del petróleo y la habilidad política de Chávez lograron ocultar al pueblo llano el desastroso estado de nuestra economía, pero la desaparición física de Chávez y el fin de los años de las vacas gordas en el mercado petrolero mundial dejó al desnudo la esencia perversa del modelo gobiernero. 
En poco más de año y medio el relevo bicéfalo Diosdado-Madurista devaluó la moneda en cuatro oportunidades, pulverizando el ingreso del venezolano al transformar el salario mínimo en salario ínfimo, subió los precios de los bienes de consumo más esenciales y restringió brutalmente las importaciones, hasta lograr que desaparecieran del mercado interno las medicinas, los desodorantes y los repuestos automotrices, entre otros insumos básicos, mientras se implanta un paquete fiscalista y se mantiene en amenazante suspenso el alza de la gasolina.
Durante el 2014 la juventud opositora y el pueblo chavista enfrentaron duramente al gobierno, pero lo hicieron en momentos distintos y con énfasis diferentes. La agresión oficial contra las libertades democráticas generó durante la primera mitad del 2014 la protesta estudiantil y juvenil, que al ser respondida por el gobierno con el uso desproporcionado de la fuerza legal (los cuerpos de seguridad del Estado) e ilegal (los grupos paramilitares mal llamados “colectivos”) puso al descubierto ante el mundo la naturaleza esencialmente represiva del régimen, y su condición de violador contumaz de los derechos civiles y políticos. La segunda mitad del 2014 la agresión oficialista contra la calidad de vida del venezolano ocasionó la protesta obrera en SIDOR, en Corpoelec, en los centrales azucareros estatizados, en las empresas cementeras expropiadas, en Bolivariana de Puertos y en los mismos ministerios, poniendo en evidencia ante la propia base social oficialista la condición antiobrera y antipopular del Gobierno, así como su vocación de violador empedernido de los derechos económicos y sociales de la población.
La reflexión sincera y profunda sobre lo ocurrido en este 2014 lleva a una sola conclusión: Muy probablemente en el 2015 confluirán la calle sensibilizada políticamente y la calle estremecida por lo económico y social. Ambas “calles” pueden y deben unirse en una sola vía de protesta popular contra un gobierno y un modelo que terminaron agrediendo tanto la libertad como la igualdad. Unir ambas calles requerirá esfuerzo, visión y liderazgo, pero será imprescindible hacerlo por dos razones fundamentales. Primero, porque tal unidad es imprescindible para lograr la victoria sobre un adversario que, aunque disminuido, aún posee recursos muy importantes tanto financieros como políticos para la manipulación clientelar, el abuso institucional y la represión. Segundo, porque esa misma unidad es clave para garantizar la gobernabilidad posterior al triunfo político, condición ésta indispensable para detener la caída del país e iniciar la construcción de una economía abierta y productiva, una sociedad justa e inclusiva y una democracia funcional y transparente.
Este gobierno busca una “ayudaita” y se le puede llegar si la protesta social no se une al combate político, si los pobres de los barrios y los empobrecidos de la clase media no confluyen en una protesta congruente y poderosa, si el pueblo opositor y el pueblo chavista descontento no construyen juntos una nueva e inmensa mayoría, si la ciudadanía democrática independiente y los partidos políticos de oposición no optimizan su comunicación y coherencia, y si las organizaciones partidistas de oposición no redefinen y potencian su actual nivel de unidad, para que deje de ser una “unidad opositora” y se convierta en una alternativa de poder, si no hacemos todo eso en 2015, posiblemente el régimen totalitario tenga la “ayudaíta” que necesita para sobrevivir.
Que nadie se engañe: Aunque las elecciones del próximo año son parlamentarias, aquí lo que está en juego es el poder. Las elecciones podrían ser municipales o de una reina de carnaval, y aun así lo que aquí está en juego es el poder. No el “gobierno”, el Poder! El que pretendió ser un régimen totalitario es ya apenas un gobierno de minoría, en tránsito acelerado a convertirse en oposición. 
Animo Venezuela!

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