sábado, 22 de febrero de 2014

Venezuela nos duele



El 12 de febrero en el Paseo Libertador un joven me dijo: “Estoy protestando porque ahorita los venezolanos no tenemos derechos, no tenemos seguridad, no tenemos alimentación, y esto no es un problema de los estudiantes, ni de los chavistas o de los opositores, esto es un problema de todos los venezolanos”. Quizás este joven no tiene 17 años pero si la madurez para entender la necesidad de unir a Venezuela. Todos tenemos que salir a la calle porque ni chavistas ni opositores tenemos que comer y porque nos están matando todos los días. Que nadie se equivoque! La protesta estudiantil NO ESTA DESCONECTADA del malestar social que hoy embarga a toda Venezuela. En un país en que la moneda no vale nada, en el que conseguir los productos de la canasta básica es un martirio cotidiano, en el que comprar una bombona de gas o un saco de cemento es una hazaña y en el que las bandas criminales matan y secuestran. En una Venezuela en la que elementos vinculados al gobierno conforman mafias para lucrarse con cada irregularidad, desde los manejos dolosos con el dólar hasta el contrabando de extracción de combustible y alimentos, desde el mercado negro para comprar cabillas o cemento hasta los hospitales sin insumos porque el presupuesto para dotarlos “se pierde en el camino”; en un país así es absolutamente lógico que el malestar social sea lo que ya es: un hervidero. En los barrios, en las fábricas, en la calle, el malestar crece. Un malestar que no tiene color político ni signo partidista, pero que ya no acepta las explicaciones fáciles que se dan desde el poder. Ese es el malestar que lleva a que incluso personas que no tienen absolutamente nada que ver con la protesta estudiantil la vean con comprensión, y hasta con simpatía. El termómetro de lo que va a suceder en los próximos días lo vemos en las diferentes colas que los ciudadanos hacemos en busca de alimentos. Esa situación crea miedo en el régimen en el que ve en cada esquina un fantasma, en cada queja una agresión y en cada protesta ciudadana un intento desestabilizador. Ese miedo convertido en pánico lleva al régimen a sacar sus esbirros para que repriman a los ciudadanos que se manifiestan pacíficamente. El termómetro del miedo que le tiene el régimen a los ciudadanos es la represión. El miedo que tiene el régimen lo lleva a asesinar ciudadanos y lo peor a  la tortura del siglo XXI. La tortura a nuestros jóvenes va desde de ponerlos presos, llevarlos a los calabozos para torturarlos como una joven que le vino la menstruación y la dejaron esposada así en el piso manchada para humillarla. La estrategia de “desmovilización por el terror” (tecnología de control social importada de Cuba, que a su vez la heredó, perfeccionándola, de la antigua República Democrática Alemana, la Alemania comunista anterior a la caída del Muro de Berlín) no ha tenido éxito en Venezuela. Los estudiantes han seguido en la calle. Y el resto del pueblo, también. Según registros del Observatorio Venezolano de la Conflictividad, en el año 2013 hubo en Venezuela un total de 4.410 protestas. Esto da un promedio de doce protestas DIARIAS, a razón de UNA PROTESTA CADA DOS HORAS. Tales protestas se han originado en demandas populares por seguridad, empleo, vivienda, salud, vialidad precaria o inexistente, fallas graves en el servicio eléctrico y en la recolección de basura, entre otros motivos, y al menos la mitad de las mismas han estado lideradas por sectores descontentos de la base chavista. Pero la protesta ciudadana debe tener una ruta o agenda. Se debe pasar de la protesta a las asambleas de ciudadanos. La protesta no debe llegar a la indignación sino a la organización la protesta se debe convertir en propuesta de país. Ante la agresión el amor a quienes nos ven como enemigos. Venezuela nos debe doler porque ella nos queda al lado izquierdo del pecho. Demos la mano franca tendida hacia el chavista del barrio y de la fábrica, tan agredido por el gobierno como todo el resto del pueblo. Así será nuestra “primavera”, venezolana y DEMOCRÁTICA. Ni por el camino “rápido” de la aventura, ni por el “lento” de la institucionalidad secuestrada. Avanzaremos, en forma pacífica y contundente, por el CAMINO SEGURO, el de un pueblo unido en lucha por sus derechos!
Animo Venezuela

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