sábado, 10 de agosto de 2013

Corrupción



El supremo acto de un corrupto es corromper la lucha contra la corrupción. A nosotros nos parece tan necia y mentirosa la versión oficial de que “ningún revolucionario es corrupto”, como la pretensión opositora de que “los corruptos están sólo en el bando del gobierno”. La experiencia de la vida y el más elemental sentido común nos revela que gente buena y gente mala hay en todos lados; Gente honesta y gente deshonesta existe en los todos los sectores políticos, y se cobija bajo los más diversos paraguas ideológicos. Las hormigas aparecen donde hay dulce, las ratas aparecen donde hay queso y los ladrones aparecen donde hay dinero que robar. En Venezuela, nueve de cada diez dólares que entran al país lo hacen por concepto de la renta petrolera. Ese negocio está constitucionalmente reservado al Estado, y es el Gobierno como representación temporal del Estado quien lo controla y administra. Es decir: Es en el Gobierno donde está el “refulgente objeto del deseo” de los corruptos y ladrones. Esa es la razón por la que en Venezuela la corrupción siempre había tenido apellido: Aquí se luchaba contra la CORRUPCION ADMINISTRATIVA. No nos contamos entre quienes creen que este gobierno de 14 años es “más corrupto” o “menos corrupto” que los anteriores. Esa es una valoración moral, y la moral es personal. Pero la ética es pública, y desde el punto de vista ético lo que sí es evidente es que el gobierno que se inició en 1999 ha manejado más dinero, en virtud del alza sostenida de los precios internacionales del petróleo, que todos los anteriores gobiernos venezolanos juntos, desde el Cacique Guacaipuro hasta Caldera II. Y también es rigurosamente cierto que esa inmensa cantidad de dinero ha sido manejada desde 1999 hasta hoy sin casi ningún control institucional o social, pues las instituciones que deberían controlar al Ejecutivo (Poder Legislativo, Contraloría General de la República, Poder Judicial, etc., ) se colocaron no al lado del Gobierno, para ejercer la labor de control que la Constitución les impone, sino debajo de él, para adecuar las leyes a sus designios, interpretarlas a su conveniencia o cerrar los ojos ante sus desafueros, en tanto que las instituciones sociales que pudieran servir de contrapeso al Ejecutivo (sindicatos libres, prensa independiente, universidades autónomas, etc.) han sido furiosamente atacadas, cercadas o silenciadas desde el Poder. La corrupción no solo roba dinero o domestica instituciones. También pervierte el idioma: la retórica gobiernera incorporó la consigna de una supuesta “lucha contra la corrupción” a la quincalla discursiva de la polarización, logrando con esto un nuevo record negativo: Así como la Venezuela actual tiene una de las más altas inflaciones del mundo y es uno de los países más inseguros del planeta, desde el pasado 3 de agosto ostentamos la condición de ser uno de los pocos países en que el gobierno se ha empeñado, sectarismo mediante, en corromper la lucha contra la corrupción. Esa es otra de las gravísimas deudas que el pueblo y la historia cobrarán a la actual oligarquía, integrada por sujetos que eran pobres de solemnidad hace 14 años y hoy son inmensamente ricos, sin haber trabajado nunca. Pero, como la verdad, la honestidad también se abre paso. Siempre. Y lo está logrando.
Animo Venezuela!

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