El pasado viernes 1 de noviembre el Sr.
Nicolás Maduro Moros, presidente proclamado por el CNE, informó que su Despacho
había decidido adelantar la Navidad en beneficio, obviamente, de la suprema
felicidad del pueblo y también para dificultar las oscuras actividades de
quienes quieran generar alboroto, habida cuenta de las dificultades por las que
estaría pasando la población en virtud de la supuesta guerra económica que
contra su gobierno habrían declarado, quienes más iban a ser, la “oligarquía” y
“el imperio mesmo”. El centro de tal adelanto serían unas ferias navideñas
socialistas que se realizarán en toda Venezuela desde el 1 de noviembre
hasta el 15 de diciembre, en las que el gobierno venderá juguetes y alimentos
de tradicional consumo masivo durante la temporada navideña a precios justos.
Hasta allí, todo va bien. Es lógico que un gobierno procure optimizar la
distribución de bienes de consumo masivo en una temporada en la que un
mayor consumo estacional dispara conductas especulativas. Lo anormal no está en
los anuncios, sino en la realidad. En esta Navidad 2013 los venezolanos estamos
peregrinando de mercado en mercado, de abasto en abasto, de bodega en bodega,
buscando no los aliños navideños, sino la leche, el aceite, el azúcar, lo más
elemental. Hoy la gente se agolpa no para conseguir las verdes hojas para
envolver las hallacas, sino para conseguir algún rollo de papel higiénico. Esta
Navidad la número 15 que Venezuela intenta celebrar bajo el signo de los
gobiernos que se iniciaron en 1999, y la segunda con Nicolás Maduro ocupando,
de la manera que sea, la silla presidencial será una Navidad bajo el signo de
la precariedad. Como en las naciones que han padecido guerras o inmensas
desgracias como terremotos o inundaciones, la Navidad venezolana del 2013
intentará abrirse paso entre el desabastecimiento en el mercado formal y bajo
la hegemonía del mercado negro. Es a una Navidad así a la que tempranamente nos
invita el señor Maduro Moros, una Navidad en la que no escasearán los juguetes
más promocionados, sino TODOS los juguetes, porque al gobierno no le dio la
gana de dar a tiempo los dólares a los importadores. También en ese aspecto no
debe llamar a asombro las declaraciones del Sr. Maduro Moros, al señalar que
tanta precariedad en la Navidad venezolana solo puede explicarse como resultado
de una “guerra económica” contra el pueblo venezolano. En eso tiene razón. Lo
que en sus declaraciones no es demasiado creíble es cuando señala quienes
habrían desatado esa “guerra” contra el pueblo. En efecto, cuando Maduro dice
que detrás de la “guerra económica está el Imperio Norteamericano” olvida que,
muy por el contrario, tal “imperio” es en realidad su principal socio
comercial. De hecho, es el único que le paga en efectivo el petróleo que hacia
allá exportamos: el gobierno ruso nos paga con cachivaches militares y
helicópteros que se caen; el gobierno chino no nos paga porque le vendimos a
futuro hasta el alma; el gobierno cubano nos paga invadiéndonos, el gobierno
argentino nos paga con bonos-basura de su invendible deuda externa, el gobierno
dominicano nos paga con caraotas y los gobiernos boliviano y nicaragüense, en
el colmo de la chulería, sencillamente no nos pagan de ninguna manera. Así,
Estados Unidos está detrás no detrás de la “Guerra Económica”, sino en realidad
es el soporte casi único de la sobrevivencia económica del maduro-cabellismo.
Culpar a “la burguesía” de la guerra económica también es una temeridad, pues
lo que queda de la burguesía tradicional venezolana está en manos del gobierno
desde hace mucho tiempo, en virtud del control de cambio. El oficialismo tiene
una garra muy poderosa, llamada “el cadivismo”, y con eso asfixia a quien
quiere y deja vivir a quien le conviene. La realidad de los hechos, es que la
“guerra económica” contra el pueblo empezó cuando Hugo Chávez embistió contra
la autonomía del Banco Central de Venezuela. El gobierno logró su propósito,
colocó al Banco Central como un ente subalterno, supeditado a sus caprichos, y
hoy tenemos el país que tenemos: los productores del campo están más quebrados
que nunca, y el BCV intenta desesperadamente “recoger la liquidez” que ellos
mismos lanzaron a la calle, dinero emitido sin respaldo, mucha plata que tiene
poco que comprar. Por eso es que hoy un paquete de pañales desechables cuesta
lo que antes costaba un vehículo. Es la autopista a la hiperinflación, la única
construida en estos 15 años. Hay que decirlo con claridad: Este gobierno podrá
“adelantar” la Navidad por decreto. Es más, puede adelantar el Carnaval, la
Semana Santa y el Día de la Madre del año que viene, si les da la gana. Pero de
la revolcada que les va a dar el pueblo el 8 de Diciembre en las elecciones
municipales no los salva nadie. Ese día el Rey quedará desnudo. Será evidente
que este gobierno, culpable de la crisis económica y del desastre de la
inseguridad, además es abrumadoramente minoritario. Y se abrirán en
consecuencia las puertas en nuestro querido país para el cambio de verdad en
democracia y libertad. Animo Venezuela!
Dios
junto a la Sagrada Familia de Nazareth nos bendigan. Amén
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