domingo, 1 de marzo de 2015

Reconstrucción del país



Fe, esperanza y amor son virtudes teologales. Al inicio de la Cuaresma debemos tener la convicción que trabajando juntos lograremos transformar el país hacia la Venezuela del tercer milenio o siglo XXI. De eso somos capaces, claro que si lo somos de construir espacios de convivencia nacional pero sobre todo de detener la caída del país e iniciar su reconstrucción. La reconstrucción de Venezuela está favorecida por una cantidad de condiciones ya que no se trata de nuestras riquezas naturales renovables o no renovables como el petróleo. Se trata de que tenemos una población con características bien importantes. Obvio que somos pocos: 30 millones de habitantes. Si nos comparamos con otras naciones o ciudades como ciudad de México o Rio de Janeiro somos exactamente su población solo que nosotros estamos dispersos en todo el territorio nacional con caracterizas que nos dan cohesión como país. Resalta que la mayoría de los habitantes del país creemos en el mismo Dios, hablamos el mismo idioma, tenemos una historia muy reciente pero que nos ha permitido amalgamarnos como pueblo. Hace apenas 100 años una persona de Maracaibo no había conocido Caracas por la distancia geográfica o que un guayanés conociera Maracaibo o Los Andes venezolanos. Eso en el siglo pasado era absolutamente normal.  Hoy somos un pueblo homogéneo con una juventud que tiene acceso instantáneo a través de la tecnología a la información global a través de equipos móviles de tercera y cuarta generación. Podemos decir que tenemos una juventud que no puede ser fácilmente engañada o manipulada. Tenemos una juventud que sabe lo que está pasando en el mundo de manera inmediata. Esa es una ventaja que tenemos como país. La juventud a la que perteneció Simón Bolívar conoció lo que ocurría en la Revolución Francesa con años de diferencia. Lo mismo pasó con la generación de 1928 que integraron Rómulo Betancur entre otros más. Ellos tuvieron que conocer la experiencia del exilio para poder enterarse de lo que estaba pasando en el mundo desde el punto de vista de lo que eran las políticas modernas. La generación de 1970 que inició el activismo social y estudiantil se vino conociendo el mayo francés de 1968 por los años 1971 y 1972. En cambio, nuestros jóvenes de ahora tienen acceso instantáneo a información global.
Con todas esas ventajas la reconstrucción de Venezuela es perfectamente posible en un lapso bastante corto. Si nos ubicamos en lo que fue la transición española nos daremos cuenta que eso tardó una generación. Nosotros podemos convertir a Venezuela en un país de tercer mundo en mucho menos tiempo: quizás en 10 años. Pero hay que empezar ya y empezar bien. Empezar bien significa vencer el proyecto autoritario que nos regresa desde el punto de vista a los años 60 del siglo XX y desde el punto de vista social y cultural prácticamente al siglo XIX. Porque todo ese cuento del caudillismo, culto a la personalidad, militarismo todo es puro siglo XIX. La historia moderna de nuestro país habla de un país de la región y el mundo. No se trata de vencer a nadie. Se trata instaurar la paz en Venezuela. Se trata de construir una paz profunda y sólida que sea capaz de meter en cintura, aislar y segregar a los violentos. No es fácil. Claro que no lo es ni será pero es la manera más segura de lograr el cambio, de que sea duradero y que tenga gobernabilidad para poder construir un país de primer mundo con una calidad de vida similar a la de los países nórdicos o Noruega que es un país petrolero como nosotros con una altísima calidad de vida. Queremos un país similar ero con el sabor del Caribe y nuestro gentilicio. Para eso hay que estar unidos y dispuesto a vencer el egoísmo y las individualidades.
Mire a donde mire, el venezolano hoy sólo encuentra razones para el cambio: La precariedad, la inseguridad y la rabia es lo que rodea hoy al hombre que cada día tiene más problemas para llevar alimentos a su casa, a la mujer que cada noche teme más por la vida de sus hijos, al joven que cada vez se indigna más por la falta de futuro. Ante esa situación el gobierno solo empeora las cosas con su discurso violento y su accionar irresponsable, mientras la Alternativa Democrática se conduce con la serena firmeza de quien sabe que va a ser gobierno dentro de poco, y por eso mismo debe construir confianza. Unidad, calle y voto sigue siendo la fórmula para el cambio de verdad, el cambio en positivo, el cambio duradero. 
Animo Venezuela!

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