Fe, esperanza y amor son virtudes
teologales. Al inicio de la Cuaresma debemos tener la convicción
que trabajando juntos lograremos transformar el país hacia la Venezuela del
tercer milenio o siglo XXI. De eso somos capaces, claro que si lo somos de
construir espacios de convivencia nacional pero sobre todo de detener la caída
del país e iniciar su reconstrucción. La reconstrucción
de Venezuela está favorecida por una cantidad de condiciones ya que no se trata
de nuestras riquezas naturales renovables o no renovables como el petróleo. Se
trata de que tenemos una población con características bien importantes. Obvio
que somos pocos: 30 millones de habitantes. Si nos comparamos con otras
naciones o ciudades como ciudad de México o Rio de Janeiro somos exactamente su
población solo que nosotros estamos dispersos en todo el territorio nacional
con caracterizas que nos dan cohesión como país. Resalta que la mayoría de los
habitantes del país creemos en el mismo Dios, hablamos el mismo idioma, tenemos
una historia muy reciente pero que nos ha permitido amalgamarnos como pueblo.
Hace apenas 100 años una persona de Maracaibo no había conocido Caracas por la
distancia geográfica o que un guayanés conociera Maracaibo o Los Andes
venezolanos. Eso en el siglo pasado era absolutamente normal. Hoy somos un pueblo homogéneo con una juventud
que tiene acceso instantáneo a través de la tecnología a la información global
a través de equipos móviles de tercera y cuarta generación. Podemos decir que
tenemos una juventud que no puede ser fácilmente engañada o manipulada. Tenemos
una juventud que sabe lo que está pasando en el mundo de manera inmediata. Esa
es una ventaja que tenemos como país. La juventud a la que perteneció Simón
Bolívar conoció lo que ocurría en la Revolución Francesa con años de
diferencia. Lo mismo pasó con la generación de 1928 que integraron Rómulo Betancur
entre otros más. Ellos tuvieron que conocer la experiencia del exilio para
poder enterarse de lo que estaba pasando en el mundo desde el punto de vista de
lo que eran las políticas modernas. La generación de 1970 que inició el
activismo social y estudiantil se vino conociendo el mayo francés de 1968 por
los años 1971 y 1972. En cambio, nuestros jóvenes de ahora tienen acceso
instantáneo a información global.
Con todas esas ventajas la reconstrucción
de Venezuela es perfectamente posible en un lapso bastante corto. Si
nos ubicamos en lo que fue la transición española nos daremos cuenta que eso
tardó una generación. Nosotros podemos convertir a Venezuela en un país de
tercer mundo en mucho menos tiempo: quizás en 10 años. Pero hay que
empezar ya y empezar bien. Empezar bien significa vencer el proyecto
autoritario que nos regresa desde el punto de vista a los años 60 del siglo XX
y desde el punto de vista social y cultural prácticamente al siglo XIX. Porque
todo ese cuento del caudillismo, culto a la personalidad, militarismo todo es
puro siglo XIX. La historia moderna de nuestro país habla de un país de la
región y el mundo. No se trata de vencer a nadie. Se trata instaurar la paz en
Venezuela. Se trata de construir una paz profunda y sólida que sea capaz de
meter en cintura, aislar y segregar a los violentos. No es fácil. Claro que no
lo es ni será pero es la manera más segura de lograr el cambio, de que sea
duradero y que tenga gobernabilidad para poder construir un país de primer
mundo con una calidad de vida similar a la de los países nórdicos o Noruega que
es un país petrolero como nosotros con una altísima calidad de vida. Queremos
un país similar ero con el sabor del Caribe y nuestro gentilicio. Para eso hay
que estar unidos y dispuesto a vencer el egoísmo y las individualidades.
Mire a
donde mire, el venezolano hoy sólo encuentra razones para el cambio: La
precariedad, la inseguridad y la rabia es lo que rodea hoy al hombre que cada
día tiene más problemas para llevar alimentos a su casa, a la mujer que cada
noche teme más por la vida de sus hijos, al joven que cada vez se indigna más
por la falta de futuro. Ante esa situación el gobierno solo empeora las cosas
con su discurso violento y su accionar irresponsable, mientras la Alternativa
Democrática se conduce con la serena firmeza de quien sabe que va a ser
gobierno dentro de poco, y por eso mismo debe construir confianza. Unidad,
calle y voto sigue siendo la fórmula para el cambio de verdad, el cambio en
positivo, el cambio duradero.
Animo Venezuela!
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