domingo, 1 de marzo de 2015

Magnicidio?



La semana concluye complicada por varios asesinatos de jóvenes venezolanos por esbirros que han generado mucho dolor en alma venezolana. Desde hace meses hemos venido alertando a través de este medio y también la radio y redes sociales que estamos en medio de un proceso de descomposición de las estructuras gobernantes pero también del país. La crisis es sobre todo moral pero también espiritual. Con la muerte de un niño, joven, adulto o anciano venezolano en manos de esbirros no solo se destruye la vida de quien la pierde sino también de sus familiares que les toca llorar y entierrarlos sin la esperanza que se haga justicia. La única manera que padres y madres dejen llorar a sus hijos asesinados es cambiando de modelo político.
El último estudio de Datanálisis, cuyo trabajo de campo fue realizado del 27 de enero al 7 de febrero de este año, arroja resultados concluyentes: Al preguntársele a la muestra encuestada por quién votaría en las próximas elecciones parlamentarias, 45,9 % dijo que lo haría por la oposición, 17,3 % dijo que votaría por el oficialismo, 13,8% se declaró independiente y 17,4 % se refugió en la opción “no sabe/no contesta”.
Esta es la causa real del discurso oficialista sobre un imaginario “Golpe de Estado” propiciado por la oposición. Esta es también la causa de la conducta realmente golpista de quienes “por ahora” detentan el poder: Si hay elecciones en Venezuela (como lo establece la Ley, como lo pauta la Constitución) el gobierno sería literalmente arrasado por la oposición unida. Los datos, por cierto, son de la misma encuestadora que ha sido calificada recientemente como “seria” y “responsable” por el actual inquilino del Palacio de Miraflores. 
Nunca en los últimos 16 años los sondeos le habían dado a la oposición en las vísperas de un proceso electoral una ventaja de casi 30 puntos en la intención de voto. Ese es el marco político en el que se verifica la alharaca gobiernera sobre “guerras” fantasiosas y “golpes” imaginarios”. En esas condiciones es pertinente entonces la pregunta: Si al realizarse las elecciones las ganará arrolladoramente la oposición, entonces… ¿A quién beneficiaría un supuesto “golpe de estado”? 
El marco económico es aún más revelador: La expropiaciones acabaron con el aparato productivo venezolano y nos pusieron a todos a depender de las importaciones; Cuando las mafias rojas se robaron también, según denunció el camarada Giordani, los dólares necesarios para las importaciones, vino la escasez de alimentos y medicinas, y con ella la humillación de las colas. Mientras la indignación bulle en el pueblo por estos motivos, el gobierno perpetra la mas horrenda devaluación que haya sufrido el bolívar en toda su historia, y anuncia además el aumento de la gasolina y del pasaje en el transporte colectivo. En medio de ese panorama económico, con un gobierno incapaz de hacer frente a la crisis que el mismo ha generado… ¿A quién beneficiaría un supuesto “golpe de estado”? 
La gente se hartó del gobierno, de sus cuentos, de sus excusas. La gente quiere cambio, nos dicen las encuestas y la calle. Pero no cualquier cambio: La gente quiere un cambio pacífico. Un cambio que no se transforme en una calamidad adicional a las que ya enfrenta el pueblo. Un cambio para salir del caos y obtener paz y gobernabilidad. Por eso la gente ratifica, en las encuestas y también en los barrios y urbanizaciones, su decisión de votar. Y de hacerlo por la oposición. 
Hoy, en medio de esta crisis política, económica y social, Venezuela nos exige más, mucho más, a todos. A los partidos democráticos y a las organizaciones sociales. A los dirigentes y a los ciudadanos. Para todos nosotros ahora “la calle” no es una plaza o una avenida, sino todo el país. Y el momento de “tomarla” no es “cuando nos convoquen”, sino siempre. Y lo haremos no sólo porque “estemos arrechos”, sino porque somos conscientes de que para superar la actual situación de precariedad y división debemos tener un proyecto: La Venezuela Unida. Y eso debemos hacerlo entre todos.
Animo Venezuela!

Reconstrucción del país



Fe, esperanza y amor son virtudes teologales. Al inicio de la Cuaresma debemos tener la convicción que trabajando juntos lograremos transformar el país hacia la Venezuela del tercer milenio o siglo XXI. De eso somos capaces, claro que si lo somos de construir espacios de convivencia nacional pero sobre todo de detener la caída del país e iniciar su reconstrucción. La reconstrucción de Venezuela está favorecida por una cantidad de condiciones ya que no se trata de nuestras riquezas naturales renovables o no renovables como el petróleo. Se trata de que tenemos una población con características bien importantes. Obvio que somos pocos: 30 millones de habitantes. Si nos comparamos con otras naciones o ciudades como ciudad de México o Rio de Janeiro somos exactamente su población solo que nosotros estamos dispersos en todo el territorio nacional con caracterizas que nos dan cohesión como país. Resalta que la mayoría de los habitantes del país creemos en el mismo Dios, hablamos el mismo idioma, tenemos una historia muy reciente pero que nos ha permitido amalgamarnos como pueblo. Hace apenas 100 años una persona de Maracaibo no había conocido Caracas por la distancia geográfica o que un guayanés conociera Maracaibo o Los Andes venezolanos. Eso en el siglo pasado era absolutamente normal.  Hoy somos un pueblo homogéneo con una juventud que tiene acceso instantáneo a través de la tecnología a la información global a través de equipos móviles de tercera y cuarta generación. Podemos decir que tenemos una juventud que no puede ser fácilmente engañada o manipulada. Tenemos una juventud que sabe lo que está pasando en el mundo de manera inmediata. Esa es una ventaja que tenemos como país. La juventud a la que perteneció Simón Bolívar conoció lo que ocurría en la Revolución Francesa con años de diferencia. Lo mismo pasó con la generación de 1928 que integraron Rómulo Betancur entre otros más. Ellos tuvieron que conocer la experiencia del exilio para poder enterarse de lo que estaba pasando en el mundo desde el punto de vista de lo que eran las políticas modernas. La generación de 1970 que inició el activismo social y estudiantil se vino conociendo el mayo francés de 1968 por los años 1971 y 1972. En cambio, nuestros jóvenes de ahora tienen acceso instantáneo a información global.
Con todas esas ventajas la reconstrucción de Venezuela es perfectamente posible en un lapso bastante corto. Si nos ubicamos en lo que fue la transición española nos daremos cuenta que eso tardó una generación. Nosotros podemos convertir a Venezuela en un país de tercer mundo en mucho menos tiempo: quizás en 10 años. Pero hay que empezar ya y empezar bien. Empezar bien significa vencer el proyecto autoritario que nos regresa desde el punto de vista a los años 60 del siglo XX y desde el punto de vista social y cultural prácticamente al siglo XIX. Porque todo ese cuento del caudillismo, culto a la personalidad, militarismo todo es puro siglo XIX. La historia moderna de nuestro país habla de un país de la región y el mundo. No se trata de vencer a nadie. Se trata instaurar la paz en Venezuela. Se trata de construir una paz profunda y sólida que sea capaz de meter en cintura, aislar y segregar a los violentos. No es fácil. Claro que no lo es ni será pero es la manera más segura de lograr el cambio, de que sea duradero y que tenga gobernabilidad para poder construir un país de primer mundo con una calidad de vida similar a la de los países nórdicos o Noruega que es un país petrolero como nosotros con una altísima calidad de vida. Queremos un país similar ero con el sabor del Caribe y nuestro gentilicio. Para eso hay que estar unidos y dispuesto a vencer el egoísmo y las individualidades.
Mire a donde mire, el venezolano hoy sólo encuentra razones para el cambio: La precariedad, la inseguridad y la rabia es lo que rodea hoy al hombre que cada día tiene más problemas para llevar alimentos a su casa, a la mujer que cada noche teme más por la vida de sus hijos, al joven que cada vez se indigna más por la falta de futuro. Ante esa situación el gobierno solo empeora las cosas con su discurso violento y su accionar irresponsable, mientras la Alternativa Democrática se conduce con la serena firmeza de quien sabe que va a ser gobierno dentro de poco, y por eso mismo debe construir confianza. Unidad, calle y voto sigue siendo la fórmula para el cambio de verdad, el cambio en positivo, el cambio duradero. 
Animo Venezuela!